"Porque como estuvo Jonás en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches." Mat.12:40.
"Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso." Luc.23:43.
Hay una aparente contradicción entre estas dos declaraciones de Jesús. Si Jesús permaneció tres días y tres noches en el sepulcro, conforme a lo que Él mismo había predicho, entonces no estuvo con el ladrón en el paraíso el mismo día de la muerte de ambos, a no ser que el paraíso se encuentre en el corazón de la tierra.
Paraíso es un parque, huerto o jardín que pertenece al reino; en sentido figurado es un lugar de delicias. No creo que bajo la superficie de la tierra haya semejante lugar de deliciosa hermosura.
La teología judaica considera que a los justos les espera una morada de reposo y alegría más allá de la muerte, y a ese sitio bienaventurado le llaman paraíso. San Pablo tuvo una experiencia sublime según 2Cor.12:2-4, pero no dice allí que él descendió al paraíso, sino que subió, fue arrebatado al paraíso, al tercer cielo. Eso revela que el paraíso es algo célico y no subterráneo.
“... hoy estarás conmigo en el paraíso”, dijo Jesús al ladrón según varias versiones bíblicas, pero, ¿será que Jesús y el ladrón subieron de verdad al tercer cielo el mismo día en que murieron? ¡No!
No, porque cuando Jesús dijo que estaría tres días y tres noches en el corazón de la tierra, no estaba hablando «de mentiritas». No, porque las Sagradas Escrituras afirman que Jesús resucitó al tercer día después de su muerte.
"Cuanto a Jesús de Nazaret... al cual mataron colgándole de un madero. A éste levantó Dios al tercer día, e hizo que apareciese manifiesto." Hech.10:38-40.
"Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo fue muerto por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras." 1Cor.15:3 y 4.
Por tanto, Jesús permaneció en el sepulcro todos esos tres días, al cabo de los cuales todavía no había subido al Padre.
"Dícele Jesús [después de haber resucitado]: ¡María! Volviéndose ella, dice: ¡Rabboni! que quiere decir, Maestro. Dícele Jesús: No me toques: porque aún no he subido a mi Padre..." Jn.20:16 y 17.
No fue sino hasta cuarenta días después de la resurrección que Jesucristo subió al cielo.
"En el primer tratado, oh Teófilo, he hablado de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, hasta el día en que, habiendo dado mandamiento por el Espíritu Santo a los apóstoles que escogió, fue recibido arriba; a los cuales, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoles por cuarenta días, y hablándoles del reino de Dios. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado; y una nube le recibió y le quitó de sus ojos." Hech.1:2, 3 y 9.
Entonces, ¿es que no pudo Jesús cumplir la promesa que hizo al ladrón sobre la cruz? No, Dios todo lo puede (Luc.1:37). ¿Acaso le mintió? No, Dios no puede mentir (Tito 1:2). Sea Dios verdadero, más todo hombre mentiroso (Rom.3:4). Jesús nunca habría prometido algo que no habría de cumplir puntualmente en tiempo, lugar y forma.
¿Y por qué entonces la Biblia dice lo que dice al respecto? ¿Hay contradicciones en ella? Veamos.
La Biblia es Palabra de Dios; como tal es infalible. Los hombres que escribieron la Biblia lo hicieron por inspiración divina, por tanto en sus escritos no hubo errores; pero esas palabras inspiradas han sido copiadas, traducidas y editadas por otros hombres que no han gozado del privilegio de la inspiración divina, por lo cual es admisible que en las distintas versiones bíblicas de que disponemos actualmente sí hayan sido introducidos algunos errores. Por tanto, es admisible que en Luc.23:43 haya un error, o sea, que lo que dijo Jesús al ladrón en la cruz no fue exactamente lo que en muchas de nuestras Biblias parece decir.
Es sabido que cuando se escribieron los distintos libros de la Biblia todavía no había un sistema de puntuación para escribir como lo conocemos hoy. En aquellos tiempos no se hacía diferencia entre letras mayúsculas y minúsculas, ni había signos de interrogación, admiración, puntos, comas, etc. Fue en el siglo XV que Aldus Manutions inventó el sistema de puntuación que conocemos; por tanto, todas las comas, puntos, paréntesis y demás signos ortográficos, así como las divisiones en párrafos, capítulos y versículos, fueron aplicados a la Biblia para hacer más fácil su lectura y comprensión, pero todas esas facilidades le fueron añadidas en fecha relativamente reciente y sin garantía de infalibilidad.
También es sabido que la Biblia no fue escrita originalmente en idioma español. Las mejores Biblias de que disponemos en nuestro idioma son las que han sido traducidas directamente de las lenguas en que fueron escritos los originales: Hebreo y Griego. Cuando se hace una traducción a otro idioma, a veces es necesario apartarse un poco de lo estrictamente literal para poder trasmitir fielmente las ideas originales; es decir, que una buena traducción tiene, en ocasiones, que omitir, cambiar y agregar palabras, pues si se tradujeran éstas una por una, en el mismo orden, y con el equivalente estricto, la traducción quedaría oscura en muchas de sus partes.
Algunas versiones de la Biblia, como la antigua Reina-Valera, en español, y la King James, en inglés, usan un tipo de letra diferente (itálica, cursiva o bastardilla) para destacar las palabras que han sido añadidas al texto para suplir la elipsis de los originales. Otras versiones no las destacan así, pero también contienen gran cantidad de palabras añadidas, suprimiendo otras, y no con el propósito de desafiar la maldición de Apo.22:18-19, sino con el propósito de hacer clara la traducción; pero lamentablemente, es ahí donde cabe la posibilidad de introducir errores en las diferentes versiones de la Biblia.
Volviendo al texto de Lucas 23:43, comparémoslo tal como aparece en la versión Reina-Valera a como aparece en la versión Nuevo Mundo.
Reina-Valera
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Nuevo Mundo
Y él le dijo: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso”.
La versión Nuevo Mundo en español tiene la desventaja de no ser una traducción directa de los originales, sino de otra traducción al inglés; además es una versión preparada por los llamados Testigos de Jehová, muy amoldada a sus puntos de vista doctrinales, por lo cual esa versión es menos confiable que otras muchas, pero aun así es bueno tenerla en cuenta a la hora de comparar textos bíblicos, y se le deben reconocer sus méritos en aquellas partes en que los tenga.
“...te digo, que hoy estarás conmigo...” no es igual a: “...te digo hoy: estarás conmigo...” En la primera frase la palabra «hoy» está precisando el tiempo en que habrá de cumplirse la promesa; en la segunda frase la palabra «hoy» está precisando solamente el tiempo en que se hace la promesa, dejando el tiempo de su cumplimiento sin precisar. ¿Cuál de las dos versiones expresa con más claridad lo que realmente dijo Jesús?
Ya sabemos que ni la coma que aparece en una versión, ni los dos puntos que aparece en la otra son parte de lo que originalmente escribió San Lucas, sino que en cada versión fueron colocadas en el lugar en que los traductores creyeron mejor colocarles: por tanto, nadie puede decir con seguridad si esos signos deben ser justamente colocados antes o después de la palabra «hoy». Pero hay otra diferencia: la palabra «que», que aparece en la versión Reina-Valera 1909 y otras.
Yo no conozco el idioma griego, pero comparando varias versiones de la Biblia en español y en inglés, he podido entender que la palabra «que», de Luc.23:43, no forma parte del original inspirado. He aquí el texto según otras versiones:
Versión Reina-Valera 1977
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo: Hoy estarás conmigo en el paraíso.
Biblia de Jerusalén
Jesús le dijo: “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.”
Versión Nácar-Colunga
El le dijo: En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.
Biblia de las Américas
Entonces él le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.
Versión de Monseñor Straubinger
Le respondió: «En verdad, te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.»
King James Version
And Jesus said unto him. Verily I say unto thee. To day shalt thou be wth me in paradise.
Revised Standard Version
And he said to him, “Truly, I say to you, today you will be with me in Paradise.”
Today’s English Version
Jesus said to him, “I tell you this: today you will be in Paradise with me.”
The New English Bible
He answered, ‘I tell you this: today you shall be with me in Paradise.’
The Children’s Bible
And Jesus said to him, “Truly I tell you today you shall be with me in paradise.”
Como podemos notar, para Luc.23:43 todas estas versiones usan diferentes signos, colocados de diferentes manera, pero en ninguna de ellas aparece la palabra «que».* Llegando a la conclusión de que la palabra «que» es una añadidura en las versiones que ahí la usan, y que la puntuación nada determina a favor o en contra de versión alguna, debemos admitir que el versículo en cuestión es más aceptable según la versión Nuevo Mundo que según la versión Reina-Valera. De lo contrario habría que admitir contradicciones en la inspiración de la Biblia, aun en las mismas palabras de Jesús, lo cual es inadmisible.
Contestando la pregunta que encabeza este artículo, se puede decir que el paraíso terrenal, con el Árbol de Vida en medio, estuvo en el Huerto de Edén antes de que el pecado entrase en el mundo (Gén.2:8-9), y que el paraíso o lugar de bienaventuranza de los redimidos, con el Árbol de Vida en medio, estará en el nuevo cielo y tierra que vendrán (Apo.2:7; 21:1-2; 22:14), cuando el pecado haya sido erradicado.
El mismo día de su muerte en la cruz, el ladrón arrepentido recibió la promesa divina de ESTAR EN EL PARAÍSO CON JESÚS, aunque no precisamente la de ESTAR EN EL PARAÍSO AQUEL MISMO DÍA. Si el ladrón no subió al paraíso al momento de morir, ¿a dónde fue entonces? La misma Palabra inspirada nos da la respuesta:
"...los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. Y tú irás al fin, y reposarás, y te levantarás en tu suerte al fin de los días." Dan.12:2 y 13.
"Varones hermanos, se os puede libremente decir del patriarca David, que murió, y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Porque David no subió a los cielos..." Hech.2:29 y 34.
"He aquí, os digo un misterio: Todos ciertamente no dormiremos, mas todos seremos transformados, en un momento, en un abrir de ojo, a la final trompeta; porque será tocada la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados." 1Cor.15:51-52.
"Porque el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero." 1Tes.4:16.
“David no subió a los cielos”. Esas palabras fueron pronunciadas por el apóstol Pedro, ya lleno del Espíritu Santo, varios días después de la ascensión de Jesús. Entonces no es cierto lo que algunos afirman erróneamente: Que Jesús, al ascender, llevó consigo al cielo las almas de los que habían muerto en estado de salvación.
Si en los días en que San Pedro habló esas palabras todavía David permanecía en el sepulcro, es porque, al igual que Daniel, el tiempo de su levantamiento está señalado para el fin de los días.
¿Dónde, pues, está el ladrón arrepentido? Todavía está durmiendo en el polvo de la tierra, pues él, al igual que David, Daniel y todos los demás salvados por los méritos de Jesucristo, entrará al paraíso cuando sea levantado al toque de la final trompeta, no antes.
Ob. B. Luis, Zitoon Yerbaniz, septiembre 26 de 1987.
* Varios años después de haber preparado este artículo adquirí dos ejemplares del Nuevo Testamento en griego; uno con traducción interlineal al español y el otro con traducción interlineal al inglés. En ninguno de los dos aparece la palabra «que» que la mayoría de las versiones han puesto en Luc.23:43.
ACLARACIÓN
Muchos religiosos enseñan que, aunque la resurrección de sus cuerpos no se haya efectuado todavía, las almas de todas las personas que han muerto estando perdidas ya están en el infierno, y que las almas de todos los que han muerto siendo salvos ya están en el cielo con el Señor, y basan esa enseñanza mayormente en una incorrecta interpretación de Luc.16:19-31.
Las parábolas sirven para ilustrar las ideas, pero no debe atribuirse a todas sus partes una significación determinada. El aspecto particular que una parábola presenta de la verdad divina no debe ser interpretado de tal modo que excluya otros aspectos presentados en otras parábolas, o en las enseñanzas más directas de las Sagradas Escrituras.
Algunos se han atrevido a afirmar que la parábola del rico y Lázaro no es una parábola, sino la narración de un hecho real, pero no hay razón alguna para esa afirmación. Admitimos que el cuerpo del rico todavía no está en el infierno, y que el cuerpo de Lázaro todavía no está en el seno de Abraham, sin embargo, el Señor se refirió al dedo de Lázaro y a la lengua del rico como siendo capaces de ser mojados con agua, que es materia. Eso confirma que la escena presentada en Luc.16:19-31 es sólo en sentido figurado. No puede tratarse de un hecho real o posible.
También 2Cor.5:8 ha sido mal interpretado. Aquí no quiso decir el apóstol que deseaba morir para inmediatamente después de su muerte estar en la presencia del Señor. Desde el versículo primero de ese capítulo él viene comparando a la muerte física con una casa que se deshace, y también con una persona que se desviste para después volver a ser vestida, a la vez que compara a los que tengan la dicha de estar vivos y ser transformados en la segunda venida de Cristo con una persona que es sobrevestida sin haber sido desnudada. Y es esto último lo que él consideraba preferible: "partir del cuerpo, y estar presentes al Señor" sin haber pasado por el proceso de la muerte. Por eso dijo: "porque no quisiéramos ser desnudados, sino sobrevestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida".
En cuanto a Apo.6:9-11, téngase en cuenta que tampoco es el relato de un hecho real, sino de una visión. No dice ahí que las almas de los mártires ya estaban realmente disfrutando de la presencia del Señor, sino que simbólicamente estaban en la ceniza, «debajo» del altar. Aunque en visión Juan oyó que las almas clamaban en alta voz, ese clamor es semejante al de la sangre de Abel, según Gén.4:10 y Heb.12:24. Puesto que la sangre derramada no tiene voz, no puede clamar; por tanto, forzosamente hay que interpretar ese clamor en sentido figurado.
Esta Aclaración fue añadida en el año 2001.
B. Luis
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